viernes, 27 de febrero de 2015

DISCUTIENDO CON EL SISTEMA NERVIOSO

¿Quién no discutió alguna vez con su novio o novia? Todos en algún momento lo hicimos. Ahora bien, hay un comportamiento muy interesante que se lleva a cabo en las discusiones entre sexos opuestos y es el hecho de que, por alguna razón, la mujer siempre va sacando temas de la galera. Si la discusión comenzó porque no la pasaste a buscar a la hora pactada, es factible que luego terminen debatiendo sobre la limpieza en la casa o peor, la razón por la cual hace 4 años no compraste el televisor que le gustaba.

Si sos hombre, tu reacción seguro es (excitado por compartir) “¡¡¡Siiiiii!!!!, me pasó mil veces” y te preguntarás, sin entender “¡¡¿Por qué lo hace?!!”

Si sos mujer, podrás decir “Si, me pasó” y te preguntaras “¿Por qué lo hago o lo hice?”

La respuesta está en la ciencia. Acá va. 



Cuando comenzamos una discusión, cuando alguien nos dice algo que no nos gusta, inmediatamente nuestro cuerpo experimenta cambios típicos de una situación de alerta: el corazón late más rápido, se tensan los músculos y luego se libera a la sangre una gran cantidad de adrenalina. Esto pasa sin que nos demos cuenta de que estamos enojados. El cerebro si se da cuenta de que algo cambió en el cuerpo, y es entonces cuando experimentamos el enojo o el miedo o lo que sea… Este es un concepto muy lindo: el cuerpo experimenta sensaciones y el cerebro las lee. O sea, ejemplo, estamos tristes porque lloramos, NO lloramos porque nos sentimos tristes. Estamos enojados porque gritamos, NO gritamos porque estamos enojados….loco, ¿no?

Este comportamiento está a cargo del Sistema Nervioso Autónomo (SNA) y está fuera de nuestro control consciente. Continuemos. Entonces la discusión sigue y cada uno da sus argumentos: “Que si, que no, que no me parece. Que te pasé a buscar cuando pude, que tuve que esperar mucho, y bueno discúlpame, estaré más atento la próxima vez”. Y ahí se supone que todo terminó porque ya cerraron el tema. Pero no, ¿Qué sucede? La mujer, de la nada, saca otro tema. Por ej: “Pero vos, hace 3 años compraste helado de vainilla sabiendo que no me gusta. Odio que hayas hecho eso” Y enseguida el hombre dice “¿Qué?, no entiendo que está pasando” y ahora la discusión lleva ese rumbo y terminás, si sos hombre, disculpándote por ser un boludo que no sabe comprar helado. ¿Qué pasó? La respuesta es fantástica:

La vida media de acción del sistema nervioso autónomo (SNA) de la mujer es aproximadamente el doble de la del hombre. Entonces cuando la discusión por el primer tema se terminó, el SNA del hombre se apaga y todo vuelve a la tranquilidad….pero el de la mujer no. Continúa. Su cerebro detecta que sigue en alerta y entonces busca “algo” para corresponder a esa situación de alerta, algo para estar acorde. Entonces abre su archivo de temas y saca de la galera algo. Busca un tema nuevo, dicho más amablemente. En nuestro ejemplo, la compra del helado de vainilla.



Ahora que lo sabés, podés entender de donde viene. No es culpa de la mujer, sino de su sistema nervioso. ¿Hay algo que se pueda hacer? ¡Si! Si sos hombre, lo aconsejable es decir algo lindo, algo gracioso o placentero en el momento en que la discusión se terminó y antes de que la mujer saque el tema nuevo. De esta manera, el cuerpo ya no estará en alerta, cerebro se anoticiará y no deberá buscar un nuevo tópico para mantener algo que ya no existe. Si sos mujer, buscá relajarte. Salí de la escena de la discusión, cambiá el ambiente. Un ejemplo que nunca falla es comer algo que brinde mucho placer, como el chocolate, helado o un buen pedacito de salmón ahumado. La comida es un gran disparador de dopamina. Y la dopamina es un neurotransmisor que nos hace sentir bien…



Buena suerte y créditos para el neurobiólogo Robert Sapolsky.

De la serie: #NoSosVosEsTuSistemaNervioso

viernes, 20 de febrero de 2015

HUELO HUELO, ¿QUE OLES?



Estamos acostumbrados a creer que la visión o la audición sean quizá los sentidos más poderosos que tenemos. El mundo del marketing y de todas las actividades que nos rodean se concentran en ellos. Vemos y escuchamos películas y recitales. A mi particularmente me fascina un recital de U2 brindado en 2001 en su Irlanda natal. Es visualmente muy poderoso. Las empresas para promocionarse e intentarnos convencer de que compremos sus productos, inundan la vía pública y las pantallas con estímulos visuales y auditivos: carteles y tandas publicitarias. Hasta piensan en los colores y el impacto que tienen sobre nuestro cerebro (tema de otra nota). Pero lamentablemente (o por suerte, ja), todos olvidan o desconocen que nuestro sentido más poderoso es el olfato. Si señor.

Hasta hace poco se creía que la nariz podía detectar cerca de 10.000 aromas diferentes, pero hoy se estima que esa cifra puede estar cerca del trillón de olores. Comparado contra los 10 millones de colores que puede detectar el ojo y los más de 300.000 sonidos que detecta el oído es algo bastante magnánimo.



Más allá de los olores que puede detectar, el olfato es el sentido que nos hace experimentar la mayor cantidad de emociones en nuestro día a día (cerca del 70%) y el responsable de almacenar varios recuerdos. Recordamos más por los olores que por lo que vemos, escuchamos o tocamos. Tenemos reacciones de miedo, alegría, satisfacción, rechazo y demás, por aromas u olores que se identificamos con esas situaciones por vivencias que tuvimos. Esto no es nuevo. Por ejemplo, el olor a pan tostado por las mañanas nos hace recordar nuestra infancia y nos reconforta en sobremanera (si de chicos comíamos tostadas y eso nos alergaba). En mi caso particular esto sucede. También me pasa que de pequeño mi abuelo cocinaba a la parrilla y todo el entorno representaba felicidad. Hoy en día paso por una parrilla y huelo y sonrío porque las imágenes de él me invaden. Y me siento pleno. Otra que el crítico de Ratatouille…




Otros ejemplos llevan este punto al extremo y muestran resultados convincentes: ciertas personas fueron expuestas a situaciones de miedo y alegría. El sudor producido por ellos fue posteriormente sentido (por la nariz) por otras personas que experimentaron las mismas sensaciones. ¿Real?, Si. ¿Zarpado?...obvio!!!!




Por otro lado, el olfato juega un papel determinante en la atracción entre seres humanos. Oler el perfume que alguien se puso en la cita nos lleva a imaginar todos los sucesos que podremos vivir esa noche. Eso directamente dispara la producción de sustancias internas que nos hacen sentir tranquilos y alegres. Algunos estudios sugieren que en realidad es más poderoso el olor que emana de nuestra piel, que el de los perfumes. Por ende, no uses perfume si vas a una cita. Tu olor puede más (si estás bañado, claro).


Bien, para la próxima ya sabés. Dale mucha pelota a tu nariz que te guiará correctamente.

miércoles, 11 de febrero de 2015

GRAVE ERROR CIENTÍFICO


La ciencia toma cada vez más impulso en la sociedad. Desconocida por muchos y destinada para pocos hace 50 años, es hoy una disciplina que todos pueden gozar. Sin embargo todavía mucha gente le tiene miedo, desconcierto o desconfianza. Muchos no terminan de entender bien de que se trata, y es por ello que diversas organizaciones educativas y pensadores intentan ver cómo lograr empatía por ella. Lograr que todos puedan entender de qué se trata.

Así, existen cursos, seminarios, maestrías en enseñanza de las ciencias. Sitios webs que se dedican a divulgar. Blogs (de hecho este es uno). Profesionales que escriben sobre diversas temáticas. Modelos educativos desarrollados. Y está perfecto que esto esté. Es necesario. La diversificación es necesaria, para atacar el problema por varios frentes. ¿Está funcionando? Yo estoy 100% convencido que sí y que es sólo cuestión de tiempo para que se vean más resultados. El cambio ya empezó y no tiene final. Sin embargo el motivo de este texto no es hacer foco sobre ello, sino sobre un pequeño error que se está cometiendo y que pocos parecen haber visto. 





Muchas de estas corrientes educativas buscan que la gente se acerque a la ciencia. Buscan que todas las personas se sientan atraídas, se sientan que son parte, pero hay una consideración o palabra que lucha en contra de este acercamiento; que mantiene aún esa lejanía. Esa palabra es: científica/o. No la palabra en sí, sino su uso. Su uso es lo que sigue mostrando a los “científicos” aislados. Veamos dos ejemplos de esto:

Ejemplo 1

La mente. El mejor ejemplo es cuando se quiere incentivar a la gente a que sienta la ciencia y que vea que cualquiera puede llevarla a cabo. ¿Qué se dice entonces? Y… cosas como: “incentivar la mente científica”.

¿Qué quiere decir eso? Yo no veo a nadie diciendo “buscamos incentivar tu mente abogado” o “como lograr tener mente cocinero”. El hecho de considerar que ciertos pensamientos o formas de pensar son propias de un profesional del área de la ciencia (si, científico) no es del todo errado, pero sí el hecho de denotarlo, de remarcarlo. Si se pretende hacer, entonces que se haga con todos. Si se pretende hacer creer que tenemos una mente distinta, eso excluye, no incluye. Eso aleja, no acerca. Simplemente porque la gente interpretará que “no tiene mente científica. Eso es para los mas grosos” ¡Y ahí estamos de nuevo en el mismo lugar! Alejados de la sociedad.

Me pregunto, ¿Qué caracteriza a la mente “científica”? Esto da para otro artículo, pero veamos rápidamente que la ciencia no es una profesión, sino una forma de ser: un científico simplemente se pregunta, examina, propone, elabora, pone a prueba y concluye. ¿Esto no lo hacemos todos cotidianamente?

Ejemplo 2

Examinar temas personales. Cuando se quiere hacer notar que un profesional de la ciencia es un ser normal (¿Qué es normal hoy en día?), se dicen cosas como: “¿Qué come un científico?” o “¿Cómo es un día en la vida de un científico”. 

A ver, igual al de cualquier otra persona. Si buscan hacer notar que un profesional de la ciencia hace lo mismo que cualquier otro profesional, hacer esas preguntas lo hacen ver como un extraterrestre, como algo raro de lo que no se sabe y hay que investigarlo. Hay que omitir eso. Hay que dejar de lado esa utilización.





Mi consideración final es que el uso de la palabra “científica” o “científico” debe limitarse a lo mismo que uno usaría la denominación de otras profesiones. Antes de decirlo, uno debería preguntarse en su cabeza si usaría “psicólogo” “abogado” “médico” de esa misma manera. Si la respuesta es positiva, entonces adelante. De esta manera estaríamos realmente bajando la ciencia a la gente y no mostrándola como algo inalcanzable.

Las entidades educativas también deberían repensar estos aspectos para tratarlos en sus cursos y ver correctamente el uso de dicha palabra en los títulos.

Sólo pretendo librar el camino para que todos puedan ver que la ciencia es cosa de todos los días y cualquiera puede ser “científico”…jua! Y cada vez somos más...

lunes, 9 de febrero de 2015

AMOR Y HORMONAS DE VERANO



El verano es una estación particular: el sol y el calor pegan como nunca y llegan las vacaciones. Además es en donde se da el famoso “amor de verano”. ¿Existe posta? Veamos algunas cosas:

La playa y las vacaciones esconden muchas cosas. Un día tiene momentos muy distintos: por las mañana la playa se llena de gente que va a disfrutar del sol y el mar. Por las tardes todos los que trasnocharon, llegan…. Y ahí comienzan las miradas cruzadas. ¡Si!, lo que importa es conocer a alguien. Imperdible la fogata a la noche con sweatercito y esperar ver si podés estar cerca de la o el que te gusta. Volver al depto o casa para preparar la cena y luego salir a bailar a una “danzetería” (siempre me gustó la palabra en portugués para referirse a un boliche). Si no vas a bailar, tiene muuucha onda quedarse en la playa escuchando el mar, en compañía, obvio. En todas las situaciones buscamos enamorarnos. ¿Por qué pasa esto? ¿Es porque tenemos mucho tiempo o hay algo del cuerpo que nos lo dice? Siempre el cuerpo tiene algo que ver. Y la respuesta es simple.

La idea es que los días de mucha intensidad lumínica, justamente en verano, producen en el cuerpo un aumento en la producción de testosterona. ¿Qué es la testosterona? Es una hormona responsable de las características sexuales de las personas. Se produce en los testículos y ovarios. Este aumento de testosterona genera una mayor cantidad de serotonina, un neurotransmisor que afecta nuestro estado de ánimo, dándonos placer, relax y euforia.



Los hombres producen mas cantidad que las mujeres, pero su cuerpo consume más. Igualmente, las mujeres son más sensibles a esta hormona.

La serotonina además, es responsable (en parte) de la inhibición de la ira y la agresión. 

O sea que en verano tenemos la testosterona y serotonina a full!!! Estamos de gran ánimo y con ganas de sentir placer. Y las vacaciones, con salidas, reuniones y fiestas, conforman el ambiente perfecto. 

Así que ya sabés. Este aumento de la sexualidad en verano es debido a cambios hormonales en el cuerpo. Después, si conseguiste estar con alguien, vas a pasar todos los días a full…hasta que se termina el verano y le preguntas: “¿dónde vivis? Yo en Buenos Aires?, y te responde: “En Ezeiza” o peor: “En San Antonio de Areco”. Tu cabeza empieza a pensar ¿Cómo carajo llego hasta allá?, ¿Irme hasta allá????... No te preocupes, ni bien termina el verano, los días de gran intensidad lumínica terminan, tus valores de testosterona y serotonina bajaran, y empezarás a no sentir tanto ese amor veraniego. Ahí empieza la verdad para ver cuanto amor sentís. Ahi mandas vos y no tus hormonas (no lo creas, siempre mandan tus hormonas....ja)





La investigación fue llevada a cabo por Cynthia Hazan, una psicóloga de la Universidad de Denver y profesora asociada en la Universidad de Cornell, Estados Unidos.