Tengo una hermosa hija de casi dos años.
El otro día una persona me dice: “Ay, que linda que es ¿Y se porta bien?”. En la plaza el padre de otro nene le dice a mi hija: “a no portarse mal, ¿eh?”. Al bajarme de un taxi con mi hija, el chofer le dice “Bueno y a portarse bien, ¿sí?”
En los tres casos, caliente y molesto por semejante ignorancia, contesté “SIEMPRE”
¿Qué quiere decir “pórtate bien” y “pórtate mal”? ¿Qué diferencia hay entre portarse bien o mal? La respuesta es simple y es depende de la mirada. Para mi claramente no existe diferencia alguna porque un chico NO SE PORTA NI BIEN NI MAL, se porta. Un chico ES.
La creencia de esa diferencia me perturba en sobremanera. Es una creencia aberrante que viene de nuestros padres, abuelos y bisabuelos, en donde se consideraba que “portarse mal” era hacer algo que a ellos les molestara. Vale la pena recordar algo importante. Empecemos: cuando un bebé nace, todo lo que será está en sus genes. Pero en realidad esos genes se irán activando de acuerdo a los estímulos ambientales que vaya recibiendo a lo largo de toda su vida. Ahora, los primeros años, esos estímulos serán FUNDAMENTALES para su formación. Su sexualidad se formará ahí, su carácter, sus miedos, sus alegrías, sus reacciones… Y cómo los primeros estímulos los recibirá de sus padres, ellos serán los principales formadores, conjuntamente con lo que vayan explorando.
Entonces, queda clarísimo que todo lo que los chicos hagan, es porque sus padres los estimularon a hacerlo. Les van marcando el camino, y es entonces una gran responsabilidad a asumir con madurez. Hay que tener más que presente que los chicos son vírgenes y que conocerán el mundo por exploración, siendo guiados por nosotros, los padres. Por ende, la pregunta que debemos hacernos siempre es: “¿Cuál es el problema que el chico haga lo que está haciendo?” Si la respuesta es “que le puede hacer daño”, entonces debemos explicarle tranquilamente. Si la respuesta es “está faltándole el respeto a otro”, bueno, márcaselo de buena manera; pero tené presente que si lo hace muy seguido, es porque de algún lado lo sacó. Ahora, si la respuesta es “me molesta a mi” Y bueno, lo hubieras pensado antes. Te hubieras puesto forro o usado otro método anticonceptivo. El chico tiene que crecer, tiene que tocar, se tiene que ensuciar, tiene que llorar, tiene que correr, tiene que….
Cuando yo corría mucho, ni mis viejos o abuelos me decían “pará un poco”. Cuando yo me tiraba arena en la plaza, no me decían “no hagas eso”. Si le tiraba arena a otro chico, no se enojaban, pero sí me decían “Sebas, eso no se hace porque podés lastimar al nene” De eso se trata, de estimular, de marcar límites claros, de guiar…pero siempre a conciencia y con amor.
Veamos algunas cosas que dicen algunos y la respuesta que les daría:
Padre al hijo: “¿no ves que estas tirando toda la comida? Pero será posible…”
Respuesta: “Y no flaco, no tiene idea. Si recién está aprendiendo. Además, ¿cuál es el problema que tire la comida?”
Padre al hijo: “No saques toda la ropa del cajón”
Respuesta: “¿Por? ¿Se puede electrocutar o algo?”
Padre al hijo: “Quedate quieto que estamos comiendo”
Respuesta: “No es un adulto, es un chico y tiene más hiperactividad que nosotros”
Al hijo/nieto: “Hiciste caca…feo eso eh”
Respuesta: “¿Vos no cagas? Es un placer cagar.”
La conclusión es entonces que los chicos siempre son. Son lo que nosotros les vamos marcando. Es una gran y maravillosa tarea la que nos toca a los padres. Con amor y responsabilidad. Dejemos afuera entonces el “Portate bien” y “pórtate mal”, y la próxima vez que alguien pregunte, digamos “siempre se porta maravaillosamente bien y siempre lo hará”