Estamos acostumbrados a creer que la visión o la audición sean quizá los sentidos más poderosos que tenemos. El mundo del marketing y de todas las actividades que nos rodean se concentran en ellos. Vemos y escuchamos películas y recitales. A mi particularmente me fascina un recital de U2 brindado en 2001 en su Irlanda natal. Es visualmente muy poderoso. Las empresas para promocionarse e intentarnos convencer de que compremos sus productos, inundan la vía pública y las pantallas con estímulos visuales y auditivos: carteles y tandas publicitarias. Hasta piensan en los colores y el impacto que tienen sobre nuestro cerebro (tema de otra nota). Pero lamentablemente (o por suerte, ja), todos olvidan o desconocen que nuestro sentido más poderoso es el olfato. Si señor.
Hasta hace poco se creía que la nariz podía detectar cerca de 10.000 aromas diferentes, pero hoy se estima que esa cifra puede estar cerca del trillón de olores. Comparado contra los 10 millones de colores que puede detectar el ojo y los más de 300.000 sonidos que detecta el oído es algo bastante magnánimo.
Más allá de los olores que puede detectar, el olfato es el sentido que nos hace experimentar la mayor cantidad de emociones en nuestro día a día (cerca del 70%) y el responsable de almacenar varios recuerdos. Recordamos más por los olores que por lo que vemos, escuchamos o tocamos. Tenemos reacciones de miedo, alegría, satisfacción, rechazo y demás, por aromas u olores que se identificamos con esas situaciones por vivencias que tuvimos. Esto no es nuevo. Por ejemplo, el olor a pan tostado por las mañanas nos hace recordar nuestra infancia y nos reconforta en sobremanera (si de chicos comíamos tostadas y eso nos alergaba). En mi caso particular esto sucede. También me pasa que de pequeño mi abuelo cocinaba a la parrilla y todo el entorno representaba felicidad. Hoy en día paso por una parrilla y huelo y sonrío porque las imágenes de él me invaden. Y me siento pleno. Otra que el crítico de Ratatouille…
Otros ejemplos llevan este punto al extremo y muestran resultados convincentes: ciertas personas fueron expuestas a situaciones de miedo y alegría. El sudor producido por ellos fue posteriormente sentido (por la nariz) por otras personas que experimentaron las mismas sensaciones. ¿Real?, Si. ¿Zarpado?...obvio!!!!
Por otro lado, el olfato juega un papel determinante en la atracción entre seres humanos. Oler el perfume que alguien se puso en la cita nos lleva a imaginar todos los sucesos que podremos vivir esa noche. Eso directamente dispara la producción de sustancias internas que nos hacen sentir tranquilos y alegres. Algunos estudios sugieren que en realidad es más poderoso el olor que emana de nuestra piel, que el de los perfumes. Por ende, no uses perfume si vas a una cita. Tu olor puede más (si estás bañado, claro).
Bien, para la próxima ya sabés. Dale mucha pelota a tu nariz que te guiará correctamente.
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