¿Quién no discutió alguna vez con su novio o novia? Todos en algún momento lo hicimos. Ahora bien, hay un comportamiento muy interesante que se lleva a cabo en las discusiones entre sexos opuestos y es el hecho de que, por alguna razón, la mujer siempre va sacando temas de la galera. Si la discusión comenzó porque no la pasaste a buscar a la hora pactada, es factible que luego terminen debatiendo sobre la limpieza en la casa o peor, la razón por la cual hace 4 años no compraste el televisor que le gustaba.
Si sos hombre, tu reacción seguro es (excitado por compartir) “¡¡¡Siiiiii!!!!, me pasó mil veces” y te preguntarás, sin entender “¡¡¿Por qué lo hace?!!”
Si sos mujer, podrás decir “Si, me pasó” y te preguntaras “¿Por qué lo hago o lo hice?”
Cuando comenzamos una discusión, cuando alguien nos dice algo que no nos gusta, inmediatamente nuestro cuerpo experimenta cambios típicos de una situación de alerta: el corazón late más rápido, se tensan los músculos y luego se libera a la sangre una gran cantidad de adrenalina. Esto pasa sin que nos demos cuenta de que estamos enojados. El cerebro si se da cuenta de que algo cambió en el cuerpo, y es entonces cuando experimentamos el enojo o el miedo o lo que sea… Este es un concepto muy lindo: el cuerpo experimenta sensaciones y el cerebro las lee. O sea, ejemplo, estamos tristes porque lloramos, NO lloramos porque nos sentimos tristes. Estamos enojados porque gritamos, NO gritamos porque estamos enojados….loco, ¿no?
Este comportamiento está a cargo del Sistema Nervioso Autónomo (SNA) y está fuera de nuestro control consciente. Continuemos. Entonces la discusión sigue y cada uno da sus argumentos: “Que si, que no, que no me parece. Que te pasé a buscar cuando pude, que tuve que esperar mucho, y bueno discúlpame, estaré más atento la próxima vez”. Y ahí se supone que todo terminó porque ya cerraron el tema. Pero no, ¿Qué sucede? La mujer, de la nada, saca otro tema. Por ej: “Pero vos, hace 3 años compraste helado de vainilla sabiendo que no me gusta. Odio que hayas hecho eso” Y enseguida el hombre dice “¿Qué?, no entiendo que está pasando” y ahora la discusión lleva ese rumbo y terminás, si sos hombre, disculpándote por ser un boludo que no sabe comprar helado. ¿Qué pasó? La respuesta es fantástica:
La vida media de acción del sistema nervioso autónomo (SNA) de la mujer es aproximadamente el doble de la del hombre. Entonces cuando la discusión por el primer tema se terminó, el SNA del hombre se apaga y todo vuelve a la tranquilidad….pero el de la mujer no. Continúa. Su cerebro detecta que sigue en alerta y entonces busca “algo” para corresponder a esa situación de alerta, algo para estar acorde. Entonces abre su archivo de temas y saca de la galera algo. Busca un tema nuevo, dicho más amablemente. En nuestro ejemplo, la compra del helado de vainilla.
Ahora que lo sabés, podés entender de donde viene. No es culpa de la mujer, sino de su sistema nervioso. ¿Hay algo que se pueda hacer? ¡Si! Si sos hombre, lo aconsejable es decir algo lindo, algo gracioso o placentero en el momento en que la discusión se terminó y antes de que la mujer saque el tema nuevo. De esta manera, el cuerpo ya no estará en alerta, cerebro se anoticiará y no deberá buscar un nuevo tópico para mantener algo que ya no existe. Si sos mujer, buscá relajarte. Salí de la escena de la discusión, cambiá el ambiente. Un ejemplo que nunca falla es comer algo que brinde mucho placer, como el chocolate, helado o un buen pedacito de salmón ahumado. La comida es un gran disparador de dopamina. Y la dopamina es un neurotransmisor que nos hace sentir bien…
Buena suerte y créditos para el neurobiólogo Robert Sapolsky.
De la serie: #NoSosVosEsTuSistemaNervioso
De la serie: #NoSosVosEsTuSistemaNervioso